viernes, 20 de mayo de 2011

El, pasos lentos, infinitos.
Ella, distrae oscuros ojos, en algo vano.
Un pájaro preso tras barrotes dorados.
Una pintura, perdida en los dibujos del empapelado.
El, invadido por miedos absurdos, percibe el crujir de sus zapatos.
Ella, sostiene su mentón con fina y lánguida mano.
Sus piernas cruzadas, sin cruzarse.
Sus rodillas cubiertas, no dejan adivinar.

El, manos sudadas, guardianas.
Pequeña caja azul de terciopelo.
Encierra muda, antigua piedra.
El, ofrece una sonrisa y entrega su alma.
Ella, erguida, se tuerce y rie.




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